Tu piel habla por ti: lo que hay detrás de una piel reactiva, con acné, eczemas o rosácea
“Me sale acné desde hace meses y ya no soy adolescente.”
“Tengo brotes de rosácea cuando menos lo espero.”
“Llevo años con dermatitis, me dan cremas con corticoides y mejora… pero vuelve.”
“Me han dicho que evite el chocolate, el queso, los frutos secos… y sigo igual.”
Este tipo de frases las escuchamos con frecuencia. Personas que han probado mil rutinas cosméticas, han ido al dermatólogo, han tomado antibióticos o aplicado corticoides y, aunque han tenido mejoras, el problema persiste o siempre vuelve.
Y aquí es donde entra una idea clave que cambia radicalmente la forma en la que vemos la piel:
Tu piel es un reflejo de tu interior. Y cuando se inflama, reacciona o se irrita, es que algo dentro de ti también necesita atención.
No se trata de elegir entre dermatología o nutrición: se trata de unir ambas
La dermatología es una especialidad médica fundamental, que puede salvar vidas, tratar enfermedades severas y ofrecer alivio cuando hay dolor o síntomas intensos. Pero hay una parte del abordaje que a menudo se deja de lado: ¿por qué mi piel está reaccionando así?
Cuando se trata de acné, rosácea, dermatitis o psoriasis, las soluciones tópicas son útiles, pero no suficientes si no entendemos qué está causando el desequilibrio.
La piel no está sola: es un órgano que habla el idioma del sistema inmune, del sistema digestivo y de las emociones
Tu piel es tu órgano más extenso. Te protege, te comunica con el exterior, participa en la regulación térmica, en la eliminación de toxinas… y, además, es un espejo visible de tu salud interna.
La ciencia ha demostrado en los últimos años que las enfermedades inflamatorias de la piel tienen una relación directa con tres grandes sistemas:
- El sistema inmunológico: muchas afecciones dermatológicas son procesos inflamatorios en los que hay una hiperrespuesta inmune.
- El sistema digestivo y la microbiota: lo que ocurre en tu intestino afecta directamente al equilibrio inmunológico y, por tanto, a tu piel.
- El sistema nervioso: el estrés crónico altera tanto la microbiota como la barrera cutánea, y activa respuestas inmunes proinflamatorias.
Hablemos de evidencia: lo que dice la ciencia
Estas son algunas de las herramientas más sencillas y efectivas que puedes empezar hoy:
- Acné y microbiota
Estudios recientes muestran que las personas con acné suelen tener disbiosis intestinal, es decir, una alteración en la composición de su microbiota. Esta disbiosis aumenta la inflamación sistémica y puede activar receptores inmunológicos en la piel como el TLR2, generando brotes. También se ha observado un eje claro entre el intestino, la insulina, las hormonas androgénicas y la producción sebácea.
- Rosácea e intestino
Un metaanálisis en Journal of Clinical Medicine confirmó la asociación entre rosácea y enfermedades intestinales como SIBO o dispepsia funcional. Las personas con rosácea presentan más permeabilidad intestinal, lo que activa rutas inflamatorias cutáneas.
- Dermatitis y sistema inmune
La dermatitis atópica está claramente asociada a alteraciones inmunológicas, aumento de linfocitos Th2 y una barrera cutánea dañada. Además, en muchos casos se relaciona con sensibilidades alimentarias, histaminosis o intolerancia a ciertos químicos.
- Psoriasis y disbiosis intestinal
Hay estudios que demuestran que los pacientes con psoriasis tienen una microbiota intestinal alterada, con menor diversidad y aumento de ciertas bacterias proinflamatorias. El eje intestino-hígado-piel es fundamental en estos casos.
¿Y qué pasa con el estrés?
Muchísimo. La piel y el cerebro están conectados desde la vida embrionaria (ambos vienen del mismo tejido: el ectodermo). De ahí que haya una relación tan directa entre el estrés emocional, el cortisol elevado y la piel.
El estrés crónico:
Aumenta la permeabilidad intestinal.
Genera más citocinas proinflamatorias.
Afecta al sueño y la reparación celular.
Y empeora los brotes de acné, rosácea, dermatitis o psoriasis.
Enfermedades inflamatorias de la piel y el sistema nervioso
El estrés crónico altera tanto la microbiota como la barrera cutánea, y activa respuestas inmunes proinflamatorias.
El enfoque integrativo: mirar más allá de la piel
Cuando trabajamos desde la nutrición integrativa, no tratamos solo el síntoma visible. Buscamos las causas profundas que están inflamando tu cuerpo y que se manifiestan a través de la piel.
Esto implica mirar con lupa:
Tu alimentación (¿hay sensibilidad a ciertos alimentos? ¿Inflamación de bajo grado?)
Tu estado intestinal (¿cómo está tu microbiota? ¿Hay SIBO? ¿Permeabilidad intestinal?)
Tu estilo de vida (¿cómo gestionas el estrés? ¿duermes bien? ¿hay toxicidad acumulada?)
Tus hábitos de autocuidado (¿usas productos que respeten tu piel? ¿hay contacto con tóxicos?)
Y desde ahí, elaboramos un plan que puede incluir:
- Alimentación antiinflamatoria y personalizada
- Suplementación adaptada (probióticos, omega 3, vitamina D, antioxidantes)
- Regulación del sistema nervioso
- Estilo de vida más calmado y consciente
- Apoyo con fitoterapia o adaptógenos si es necesario
Tratamientos tópicos: sí, pero no son lo único
No estamos en contra de las cremas. De hecho, un buen cuidado tópico es fundamental para reparar la barrera cutánea, calmar síntomas y dar confort. Pero si solo tratamos desde fuera y no desde dentro, el problema tiende a repetirse.
La piel necesita un enfoque doble: reparar fuera, sanar dentro.
Pautas prácticas para empezar a cuidar tu piel desde dentro
- Reduce azúcares y harinas blancas: generan picos de insulina que alteran el sebo y la inflamación.
- Incluye alimentos prebióticos: como el puerro, la cebolla cocida o el boniato frío, que nutren a tus bacterias buenas.
- Regula el estrés con respiración, pausas y sueño profundo.
- Evita ultraprocesados, aditivos y tóxicos alimentarios que irritan tu intestino.
- Hidrátate correctamente: sin agua suficiente, tu piel sufre.
- Apoya tu hígado con infusiones de diente de león, alcachofa o cardo mariano (siempre adaptado a ti).
- Activa tu vitamina D con sol y suplementación en invierno.
Suplementos que pueden ayudar en el abordaje interno
Probióticos: equilibran la microbiota intestinal, reducen inflamación y modulan la respuesta inmune.
Omega 3 (EPA-DHA): antiinflamatorio potente, mejora la piel seca, con eccemas o inflamación.
Vitamina D: regula el sistema inmunológico, mejora brotes de psoriasis y dermatitis.
Zinc: cicatrizante, regula la secreción sebácea y favorece la reparación de la piel.
Antioxidantes: como vitamina C, glutatión o polifenoles para calmar la oxidación crónica.
Adaptógenos (ashwagandha, rhodiola): ayudan a modular el estrés y el eje HHA.
Lactoferrina: útil en cuadros inflamatorios inmunes, con efecto antibacteriano y regulador.
En resumen
Una piel reactiva nunca es solo un problema estético. Es una señal de que tu cuerpo necesita una revisión más profunda. De que hay un sistema inmune hiperactivo, un intestino que necesita apoyo o un estilo de vida que te está inflamando poco a poco.
Y cuando entiendes esto, y empiezas a mirar tu piel como una mensajera y no como una enemiga, el abordaje se vuelve más amable, más completo… y más efectivo.
Referencias científicas recientes
- Cao Q, et al. Gut microbiota and acne: A Mendelian randomization study. Front Microbiol. 2023. PMCID: PMC10507220
- Guertler A, et al. Characteristics of Gut Microbiota in Rosacea Patients — A Pilot Study. Life (Basel). 2024;14(5):585. DOI: 10.3390/life14050585
- Huang Y, et al. The adjuvant treatment role of ω 3 fatty acids by regulating gut microbiota in acne vulgaris. J Dermatolog Treat. 2023. DOI: 10.1080/09546634.2023.2299107
- Li J, et al. Causal relationship between gut microbiota and rosacea: A Mendelian Randomization Study. Front Med (Lausanne). 2024. DOI: 10.3389/fmed.2024.1322685
- Lopez MFS, et al. Relationship between skin and gut microbiota dysbiosis in inflammatory skin diseases in adults: A systematic review. Dermatol Ther (Heidelb). 2025. ScienceDirect
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