Reserva tu consulta
Blog
“Estoy siempre hinchada… y ya no sé qué me pasa”

hinchazon-abdominal

Esta frase la he escuchado más veces de las que puedo contar.

“Mira Elisa, me siento hinchada todo el día, tengo gases, digestiones lentas, me noto el vientre inflamado después de casi cualquier comida… y lo peor es que me han hecho todas las pruebas médicas y me dicen que estoy bien. Que no tengo nada.”

Y entonces llega el momento más frustrante para muchas personas: cuando las analíticas, las ecografías y las endoscopias no encuentran nada fuera de lo normal, pero tú sigues sin sentirte bien. Sigues con esa sensación incómoda en el abdomen que te impide estar tranquila, vestirte como quieres, disfrutar de una comida sin pensar en las consecuencias o sentirte ligera al final del día. Si te pasa, no estás sola. Y lo más importante: hay soluciones.

 

Cuando lo “normal” no es normal

Hemos normalizado tanto la hinchazón que muchas personas piensan que es parte de su forma de ser. Que tienen “una digestión lenta” o que “siempre han tenido tripa”. Pero no deberías vivir con molestias digestivas todos los días. Tu cuerpo está intentando decirte algo. Y la buena noticia es que, cuando lo escuchamos desde el enfoque adecuado, encontramos las piezas que faltaban en el puzzle.

 

¿Por qué se produce la hinchazón abdominal?

Detrás de esta molestia tan frecuente hay muchas causas posibles, pero la mayoría tienen algo en común: no se detectan fácilmente con las pruebas convencionales.

Porque no se trata solo de encontrar una enfermedad o una lesión. Muchas veces, lo que está alterado es la funcionalidad del sistema digestivo: cómo produces jugos gástricos, cómo se mueve tu intestino, cómo fermentan los alimentos en tu colon, qué tipo de bacterias tienes, si tu mucosa intestinal está dañada, si tu sistema nervioso digestivo está alterado… Es decir: no tienes una enfermedad visible, pero tu aparato digestivo no está funcionando como debería. [Image of the human digestive system]

 

Posibles causas que encontramos en consulta

  • Disbiosis intestinal: un desequilibrio en tu microbiota, con exceso de bacterias proinflamatorias o insuficiencia de cepas protectoras.
  • SIBO (sobrecrecimiento bacteriano en intestino delgado): fermentación excesiva de alimentos, gases, malabsorción de nutrientes.
  • Hipoclorhidria: baja producción de ácido en el estómago, que compromete la digestión desde el primer paso.
  • Estrés crónico: el sistema nervioso simpático (modo “alerta”) inhibe la digestión adecuada, ralentiza el vaciado gástrico y genera síntomas funcionales.
  • Inflamación de bajo grado o permeabilidad intestinal: cuando la mucosa digestiva está dañada, se activan respuestas inmunes que influyen incluso en tu estado de ánimo.
  • Intolerancias o sensibilidades alimentarias: no siempre salen en pruebas estándar, pero están ahí. Y varían de persona a persona.

 

“Ya no sé lo que me sienta bien”

Muchas personas me cuentan que han llegado a un punto en el que tienen miedo a comer. Porque un día algo les sienta bien, y al siguiente les provoca gases o hinchazón.

Esto tiene explicación: cuando hay inflamación intestinal, la tolerancia a los alimentos cambia según el estado de la mucosa, el nivel de estrés o incluso el ciclo hormonal. No es que el alimento sea “malo”, sino que tu sistema digestivo no está preparado para digerirlo bien en ese momento. Por eso no sirve una lista genérica de “alimentos prohibidos”. Lo que necesitamos es personalizar el enfoque, encontrar tu punto de partida y empezar desde ahí, con un plan que tenga sentido para ti.

 

Lo que hacemos en consulta (y por qué funciona)

En nuestro equipo escuchamos con calma. No vamos a reducir lo que te pasa a una recomendación rápida o una dieta estándar.

  • Estudiamos tu historia completa: cuándo empezaron los síntomas, cómo ha sido tu relación con la comida, tu estado emocional, tus hábitos diarios, tus antecedentes.
  • Hacemos pruebas específicas cuando es necesario: estudio de microbiota intestinal, test de SIBO, análisis de intolerancias, analítica funcional avanzada.
  • Diseñamos un plan nutricional antiinflamatorio y digestivo, adaptado a tu caso concreto, que puede incluir suplementos, probióticos, enzimas digestivas, estrategias para mejorar el descanso o el estrés, y educación nutricional.

Y lo más importante: te acompañamos en un proceso de autoconocimiento, donde tú también entiendes por qué te pasa lo que te pasa. Porque sanar implica entender y participar.

 

¿Por qué no lo has resuelto antes?

Porque el sistema sanitario tradicional no está enfocado en estos síntomas funcionales. Si no tienes una enfermedad inflamatoria diagnosticable, como una celiaquía o una colitis ulcerosa, muchas veces se considera que “todo está bien”. Pero tú sabes que no lo está. Y aquí es donde la nutrición integrativa marca la diferencia: nos permite ir más allá, mirar cómo funciona tu cuerpo, no solo si tiene o no una patología.

Pequeñas grandes pautas que puedes aplicar desde ya

  • Come despacio, sin distracciones. Parece básico, pero masticar bien y activar el sistema parasimpático (modo “digestión”) puede marcar una diferencia enorme.
  • Incluye hierbas digestivas en tu día a día: infusiones de jengibre, hinojo, anís, comino o menta ayudan a aliviar gases y a mejorar el tránsito.
  • Cuidado con la fibra en exceso si estás muy inflamado. No se trata de eliminarla, sino de adaptarla a tu estado.
  • Hidratación consciente: bebe fuera de las comidas y prioriza agua templada o caldos suaves.
  • Activa el nervio vago con 10 respiraciones profundas antes de comer. La digestión empieza en el sistema nervioso y si no estamos calmados NO podemos hacer una digestión eficiente.
  • Registra lo que comes y cómo te sientes. No como castigo, sino como herramienta para detectar patrones y recuperar la confianza.

 

Un proceso de dentro hacia fuera

Tratar la hinchazón no consiste en tomar una pastilla para los gases o eliminar alimentos al azar. Es un trabajo más profundo, pero también más duradero. Porque al final, la hinchazón no es solo una molestia física: es una forma de tu cuerpo de pedirte que lo escuches.

Y cuando lo haces, cuando te tomas en serio lo que sientes y decides abordar las causas con una mirada más integrativa, todo empieza a cambiar.

 

Te acompañamos

Si llevas tiempo sin encontrar respuestas, si sientes que la hinchazón está afectando a tu calidad de vida, te animo a venir a consulta.

No prometemos soluciones mágicas. Pero sí un enfoque riguroso, cercano, con ciencia y con sentido común. Un espacio donde te escuchamos, te estudiamos a fondo y diseñamos un plan para ti.

Porque no tienes por qué vivir con molestias cada día. Tu digestión puede volver a ser ligera, regular y tranquila. Y estamos aquí para ayudarte a conseguirlo.